La adolescencia es la etapa que transcurre entre los 10 años a los 19 años de una persona. En este periodo de tiempo sufrimos cambios físicos y psicológicos, desarrollamos aspectos reproductivos, creamos una personalidad… Entre otras muchas cosas
Biológicamente, nuestro cuerpo cambia, pero nuestra mente comienza a experimentar una serie de alteraciones hormonales. Como ya he dicho, durante la adolescencia hay unos cambios emocionales drásticos que pueden llevar a la ansiedad o depresión, de hecho, 1 de cada 7 adolescentes sufre de algún trastorno mental.
Según la OMS, “Los adolescentes con trastornos mentales son particularmente vulnerables a sufrir exclusión social, discriminación, problemas de estigmatización (que afectan a la disposición a buscar ayuda), dificultades educativas, comportamientos de riesgo, mala salud física y violaciones de derechos humanos”.
Además, estos cambios no solo influyen en el sujeto, como las actitudes internas, el crecimiento personal… si no que también afecta en las relaciones con los demás.
En este periodo el cerebro de los adolescentes cambia, es un periodo de maduración cerebral. La parte del cerebro que más tarda en madurar y desarrollarse es la parte frontal, llamada corteza prefrontal, el desarrollo de esta va a suponer avances cognitivos importantes como el control de los impulsos, el pensamiento abstracto, la planificación, el planteamiento de hipótesis… es decir el surgimiento del pensamiento formal. Puesto que esta parte aún está en proceso de desarrollo, la persona adolescente puede mostrar comportamientos arriesgados sin medir bien las consecuencias. Por lo que el cerebro adolescente tiene mucha plasticidad, es decir que puede cambiar en función de la relación con el entorno, por esto son muy importantes las actividades creativas en esta etapa, ya que pueden ayudar a madurar y aprender.
La tasa de suicidio entre jóvenes se ha disparado lo últimos años, provocando así que sea la primera causa de muerte entre los adolescentes.
Los motivos que han llevado a estas cifras pueden ser los siguientes. Entre los tradicionalmente citados están la violencia interpersonal y situaciones traumáticas (incluyendo la que se produce en casa, en la escuela, en el barrio), aislamiento social y soledad, o la percepción de falta de apoyo emocional que en la adolescencia se puede traducir en supervisión familiar y relaciones con pares. Más recientemente, comenzamos a tener evidencia acerca del papel de la exposición a pantallas y la falta de actividad física como elementos claves que pueden ser perjudiciales en esta etapa de la vida.
¿Cómo evitar suicidios…?
Encontramos una serie de hechos por los que pueden pasar muchos jóvenes que hacen replantearse su vida, como, la pérdida de un ser querido, el bullying, el acoso, la discriminación, ser testigo o sufrir violencia o abuso doméstico… Entre otras muchas cosas por esto es fundamental el apoyo de tus padres o tus seres queridos, tener una buena relación con los mismos y tener confianza con ellos puede ser fundamental para evitar muchas cosas. Cuando los adolescentes están pasando por algún hecho de los que hemos nombrado antes, pueden presentar una serie de síntomas que teniendo una buena comunicación con tus padres pueden detectar, como, cuando responda con simpatía, esté más distante, triste, no le apetezca relacionarse, quedar… Por lo que como conclusión podemos decir que la relación y comunicación con nuestros padres puede ser fundamental para cambiar nuestra forma de pensar.